Quizás la distancia no existe, solo diferentes formas de estar cerca.
Entre el cielo y la tierra, lo inmenso y lo diminuto se encuentran en una proximidad inesperada. Cada paso hacia lo desconocido resuena en el cuerpo como un eco que se mezcla con lo que vemos y sentimos. Lo visible y lo invisible se entrelazan, dejando entrever fragmentos de algo más profundo.
La exploración es un acto íntimo: un encuentro entre lo que somos y lo que aún no conocemos. No es solo un recorrido, es un gesto de apertura: ¿Cuánto nos alejamos para acercarnos?, ¿Cuánto del mundo se revela cuando lo dejamos entrar?, ¿Cuánto de lo que encontramos nos transforma?


