Un camino de ascenso en la montaña me lleva a vivenciar las transformaciones que se dan en un territorio animado. A medida que avanzo, me alejo de lo terrenal para sumergirme en lo desconocido. Me vuelvo lenta, observo y me acerco, esperando que el entorno me dé una señal o me cuente un secreto. Frente a la posible vastedad del paisaje al que me enfrento, esta otra forma de atención me guía hacia imágenes densas, concentradas y abstractas.  Uso mi cámara para capturar aquello que el ojo no percibe. Con cierta devoción por lo vitalista busco el movimiento dentro de la imagen. La naturaleza, entendida como territorio viviente, tiene su propia agencia, una identidad en constante transformación.